Georgina, con yate y “jet”, no olvida que fue una chica rural

“Muchos conocen mi nombre, pocos saben quién soy”, dice la jacetana Georgina Rodríguez nada más comenzar Soy Georgina, un “docureality” en el que en el que exhibe su vida de amor y lujo junto a su pareja y sus hijos, pero también arropada por sus amigos que la tildan de “madraza amorosa”, “nada egocéntrica” y “generosa”.

Una vida de ensueño rodeada de guardaespaldas. Impresionantes casas, vestidos de alta costura y joyas. Apabulla la vida de la modelo Georgina (Buenos Aires, Argentina, 1994) con más de 28 millones de seguidores en Instagram.

“Me gustan las joyas con un chándal, hay quien no lo entiende, ya lo entenderá”, dice Georgina en uno de los diez capítulos del programa de telerealidad que Netflix estrena este jueves coincidiendo con su 28 cumpleaños.

En el documental Georgina, orgullosa de sus orígenes altoaragoneses y de su familia, se muestra como una mujer segura de mí misma: “Gracias al amor, ahora mi vida es un sueño”.

Nada más conocerlo, “empecé a sentir cosquillitas en el estómago, no quería ni mirarlo, me daba vergüenza”, dice Georgiona, quien asegura que cuando sus manos chocaron con las del futbolista, se entrelazaron de inmediato. “Sentí como si esas manos hubieran estado conmigo muchas veces, eran unas manos familiares que encajaban a la perfección”, asegura.

Georgina, con yate y “jet”, no olvida que fue una chica rural

Cambió su vida. Llegaba al trabajo en autobús y volvía a casa en Bugatti. “Sé lo que es no tener nada. Y sé lo que es tener todo”, dice la modelo que no oculta sus orígenes humildes en los que un buen plan de verano eran “unos bocadillos y sandía”.

Las primeras veces que fue a casa de Cristiano se perdía: “Intentaba ir a la cocina a por agua y, de repente no sabía cómo volver, tardaba media hora en encontrarlo de lo grande que es”, cuenta.

Amante de la moda, en el “reality” se ve como le abren las puertas del taller de Jean Paul Gaultier. Un viaje que hace acompañada de un par de amigos. “El jet me facilita mucho la vida”, dice.

Fruto de su relación con Cristiano, en 2017 nació su primera hija, Alana, la cuarta hija del delantero y la primera en no ser concebida por gestación subrogada. Antes, habían nacido sus hermanos Cristiano JR (2010) y los gemelos Eva María y Mateo (2017). Ahora, esta pareja está esperando mellizos: “La paz que necesito está en casa con Cris, con nuestros hijos”, destaca la modelo.

“Como mamá soy tremendamente amorosa y un poco blanda, conmigo mis hijos pueden hacer lo que quieran, los amo tanto que soy incapaz de ponerme estricta con ellos”, dice.

Considera que tiene un estilo propio: “Muchas veces me han intentado cambiar mi estilo, pero si no me siento yo, no me lo pongo, no me gusta ir insegura”, confirma. Una comodidad que también busca en el hogar asesorada por su interiorista de cabecera. “Quiero esta casa más homogénea, no mezcles estampados con mármol, no me pongas flores de plástico, no me pongas libros, no muchas cosas para no limpiar mucho el polvo”, comenta en Netflix.

Sus amigos dicen que es generosa, educada, respetuosa y divertida. Agrupados en whatsapp bajo “Queridas Team”, Georgina les propone ir a ver la Fórmula 1 a Mónaco y alojarse en el yate. “A Cris le gusta que disfrute del yate con mis amigos”, agradece.

“El yate es mi segunda casa”, comenta con naturalidad Georgina, quien asegura que “lo que de verdad me da la felicidad es mi familia y amigos, con los que también formo una familia”, concluye.