Seis joyas de la gastronomía de Cáceres que deberías probar ya mismo

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  • Los quesos de Ibores, las cerezas de Jerte, la miel de Villuercas y, por supuesto, el famoso jamón extremeño son algunas de las maravillas que se pueden degustar este otoño en Cáceres

    El queso de Ibores es una de las gemas gastronómicas de Caceres. Foto DOP Queso Ibores

    Juan Pedro Chuet-Missé

    Uno puede viajar a Cáceres para deslumbrarse con sus paisajes, fascinarse con el patrimonio de su centro histórico y maravillarse con la calidez de los pueblos de su provincia.

    Y hay otra forma de hacer turismo por estas tierras a la que nadie puede resistirse: son los viajes gastronómicos.

    Se trata de explorar las denominaciones de origen y los productos de indicación geográfica protegida, así como de recorrer diferentes rutas para probar maravillas de la gastronomía de Cáceres, como sus quesos, su miel, sus cerezas y sus pimientos.

    Aceite de Gata-Hurdes

    Es como un oro líquido, de un sabor ligeramente dulce, con un equilibrio entre picantes y amargos. Su color es amarillo oscuro, tirando a verdoso. Estamos hablando de la excelente aceite de oliva virgen Gata-Hurdes.

    Su DOP comprende 84 municipios de las comarcas homónimas, además de la de Trasierra, Tierras de Granadilla, parte del Alagón, Ambroz, Jerte y La Vera.

    Su cultivo es manual, con respeto por la ecología de las vertientes escarpadas de Gredos y la fosa del río Tiétar.

    Este aceite procede de la aceituna autóctona Manzanilla Cacereña, un fruto de tres a cuatro gramos, esférico pero algo asimétrico, que en su madurez se torna de color negro.

    En las comarcas se lo puede catar, y se comprobará que usado como aliño tiene propiedades para tratar problemas digestivos o para eliminar el colesterol.

    Cerezas del Valle de Jerte

    Aunque ya se conocían desde tiempos romanos, los árabes introdujeron el cultivo de cerezas en el Valle de Jerte, que produce un fruto de excelente calidad, carnoso y jugoso, que parece estallar al primer mordisco.

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    Seis joyas de la gastronomía de Cáceres que deberías probar ya mismo

    Su cultivo se expande a otros dos valles, el de La Vera y el del Ambroz. Uno de los espectáculos más bonitos de Cáceres es ver estos tres valles en primavera tapizados por un manto blanco y rosado de las flores del cerezo.

    De mayo a octubre, entre la floración y la recolección de la picota, se organizan las actividades de Cerecera, que incluyen catas, degustaciones, mercados y rutas guiadas para conocer los secretos de las cerezas.

    La recolección y clasificación es manual, y al otro día de extraerse del árbol llega a los comercios con el sello de calidad de la DOP.

    En estos valles crecen cuatro variedades del tipo Picota: ambrunés, pico limón negro, pico negro y pico colorado. Difícil decidirse por el sabor de una.

    Jamón de Extremadura

    No hay discusión posible: el jamón extremeño es de los mejores del mundo. Pero su calidad no es fruto de la improvisación o de un milagro de la naturaleza.

    Para llegar a obtener el sello de la DOP Dehesa de Extremadura el jamón del cerdo ibérico tiene que cumplir con un proceso largo.

    Por ejemplo las crías tienen que beber leche materna hasta los 60 días y luego alimentarse con piensos y pastos de la dehesa, siempre en libertad.

    Entre sus 12 y 14 meses consume entre seis y diez kilos de bellotas al día, junto con tres kilos de hierbas.

    Los jamones y paletas resultantes se dividen entre el del cerdo de bellota y el de cebo de campo. Los primeros se clasifican con un precinto negro si son 100% ibéricos y rojos si son 75% de raza ibérica.

    También está el cerdo de cebo de campo, alimentado con piensos y pastos naturales. En los restaurantes más exclusivos o en pequeñas tabernas de pueblos se pueden probar el sabor dulce, lleno de matices de este jamón, que se presenta con una tonalidad entre rosácea y rojo oscuro, con su característica grasa intermuscular.

    Miel de Villuercas-Ibores

    Al sureste de la provincia de Cáceres, en las comarcas de Las Villuercas y Los Ibores, cientos de miles, millones de abejas de la variedad Apis Mellíferas elaboran cuatro tipos de miel de un sabor inolvidable.

    Una de ellas es la monofloral de castaño, que se reconocen por su olor penetrante y un sabor que recuerda a la manzana madura.

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    Otra es la monofloral de retama. Es una miel aromática, con sabor dulce y agradable, de color ámbar claro con reflejos rojizos. Su nombre proviene de la recolección de la flor Retama sphaerocarpa.

    La milflores, de tono ámbar, puede tener un sabor ligeramente ácido, salado o amargo según las plantas principales que le han dado origen.

    Y la última es la miel de mielada o del bosque. Se percibe en un color oscuro, con reflejos rojizos, obtenida por la libación de castaños, encinas, alcornoques y robles.

    Pimentón de la Vera

    Se dice que fue el emperador Carlos V quien introdujo el pimentón al Real Monasterio de Guadalupe, proveniente de las tierras americanas, y de ahí pasó al Monasterio de Yuste, donde los religiosos lo usaban para conservar embutidos.

    En La Vera el pimentón encontró su lugar ideal gracias a su microclima, en donde se cultivan la especie Capsicum annum que da lugar a tres tipos: el dulce, el agridulce y el picante.

    Su proceso de secado y ahumado es el mismo de hace generaciones, con un hogar de leña de roble o encina que deshidrata los frutos, en una rutina que dura de 10 a 15 días.

    Así logra un aroma intenso, un sabor único y un color rojo intenso, casi brillante, que se usa para darle intensidad a guisos, salsas y adobos.

    Queso de Ibores

    La comarca de Ibores, que cuenta con la mayor concentración de ganado caprino, es cuna de uno de los quesos de cabra más reconocidos de Cáceres; aunque su producción también se extiende a las zonas de Villuercas, La Jara y Trujillo.

    El queso de Ibores es graso, de corteza semidura, color marfil, pimentonado o en aceite, producido por las razas serrana, verata y retinta, críadas en la dehesa y el monte bajo.

    El clima y la orografía local hace que las cabras tengan una producción láctea de baja cantidad pero de alto contenido graso y proteico, lo que le da sus propiedades más características.

    Tras un proceso de maduración de 60 a 100 días se puede probar este queso de aroma suave a moderado, sabor mantecoso, ligeramente ácido, un poquito picante, algo salado y muy agradable al paladar

    Juan Pedro Chuet-Missé es redactor de Cerodosbé/Tendencias desde 2017, y del Grupo Economía Digital desde 2015. Especialista en destinos fuera de lo común, cultura, estilo de vida, viajes y todas aquellas historias que vale la pena contar.

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    02B, SL | CIF: B65653164 | Registro mercantil de Barcelona (tomo nº42983 folio 0171, sección general, hoja/dup.417.218, provincia B, inscrip.2)