Los 555 delitos del 'grabador' de mujeres que llegó de Colombia

En el almacén de patatas de Pinto (Madrid), cuatro hombres manejan la máquina envasadora que agrupa los tubérculos en sacos de malla. Aquí mismo, entre patatas, cebollas y palés, trabajaba Edinson. Llegaba a las 7.30 de la mañana, paraba para comer un plato de arroz con carne que se traía de casa, echaba una siesta en el suelo y a las 19.30 volvía a su casa. Hasta que un día, el 10 de julio, desapareció. Los 555 delitos del 'grabador' de mujeres que llegó de Colombia Los 555 delitos del 'grabador' de mujeres que llegó de Colombia

-Si no regreso es que me han detenido y me han deportado a Canadá, donde estoy reclamado -le dijo a su compañero Eduardo-. Al menos las cárceles de Canadá no son malas...

Y se esfumó. «Lo dimos por muerto», cuenta el encargado del almacén. «Pensábamos que estaba metido en drogas», añade Eduardo. Pero no. El desaparecido no está muerto ni ha sido víctima de un ajuste de cuentas. Crónica les da la noticia: Edinson -colombiano de 53 años; «serio», «discreto», «educado» y «servicial», añaden- tenía una vida oculta que lo ha llevado a prisión. Delgado, alrededor de 1,80 metros de altura, con gafas finas y la dentadura prominente, en su inseparable mochila negra escondía un móvil con el que en el último año ha grabado a al menos 555 chicas y mujeres por debajo de la falda y sin su consentimiento en el metro, en el tren, en la calle, en los supermercados... para después difundirlos en una página web pornográfica bajo el nombre de Edinson66 (probablemente por su año de nacimiento). Durante un año, Madrid se convirtió en un gigantesco plató para su perversión.

La Policía Nacional no ha dudado en calificarle como «uno de los mayores depredadores de la intimidad de las mujeres». Porque era compulsivo. Prácticamente no hacía otra cosa día tras día. Grabar, grabar y grabar. Sobre todo en sus trayectos hasta y desde el almacén, pero también en su tiempo libre.

Su perfil responde al de una persona obsesiva, ya que, según las pesquisas de la Policía, y aunque la investigación sigue abierta, Edinson M. Z. no parece que ganara dinero con sus vídeos. Y eso que sus números eran abultados: gracias a los 283 vídeos que colgó en 12 meses, había logrado más de 1,3 millones de visualizaciones y 3.519 suscriptores a su perfil en una de las webs pornográficas más conocidas del mundo.

La categoría con que había que buscar sus vídeos -ya eliminados de internet- era el upskirting: grabaciones por debajo de la falda, a menudo con cámara oculta. Una tendencia al alza en el porno que está haciendo saltar las alarmas en Asia y cada vez más en Europa. En España entra dentro del delito contra la intimidad, pero en el Reino Unido ni siquiera estaba penalizado hasta que una chica víctima del upskirting inició una campaña y consiguió la aprobación de la llamada Ley de Voyeurismo. Según la norma británica, en vigor desde febrero, quien fotografíe con su móvil la parte de debajo de la falda de una mujer sin su aprobación puede enfrentarse a hasta dos años de cárcel y, en los casos más graves, su nombre será incluido en las listas públicas de delincuentes sexuales.

LA CAZA A 'EDINSON66'

La operación para detener a Edinson arrancó en marzo, cuando el grupo segundo de la sección de Redes de la Unidad central de Ciberdelincuencia de la Policía detectó en esta página porno más de 200 vídeos grabados en Madrid en los que se veían la ropa interior, los glúteos o los genitales de cientos de mujeres. Reconocieron alguna estación de metro, la Puerta del Sol... Y pidieron a la web que les entregara todos los datos sobre Edinson66. La página colaboró. Los agentes identificaron al obsesivo voyeur y empezaron a seguirle. Probablemente no hallaron respuestas a la pregunta de cómo una persona se convierte en alguien así.

Los 555 delitos del 'grabador' de mujeres que llegó de Colombia

Nacido en La Candelaria, en el centro histórico de Bogotá, se sabe de él que llegó a España hace años, aunque su entrada no consta en el registro, por lo que pudo ser ilegal. A la Policía sí le consta que entre 2013 y 2017 regresó a Colombia para después establecerse en Madrid. Había logrado la tarjeta de residencia y estaba intentando conseguir la nacionalidad española, pero se la habían denegado. En el almacén de patatas entró recomendado por un ex empleado dominicano que lo había conocido trabajando para una empresa de limpieza en Mercamadrid, donde Edinson barría y ayudaba a cargar camiones.

Más allá del trabajo, apenas tenía amigos ni vida social. Soltero, solitario y sin antecedentes en España, vivía con una familia colombiana en un piso de alquiler en el centro de Usera, al sur de Madrid, donde abunda la población china y latinoamericana. Cinco días antes de su detención, se mudó a otro piso de alquiler, esta vez para él solo, a unos 10 minutos caminando desde su domicilio anterior. En ambos portales dicen no saber nada sobre él. Edinson parece un fantasma. Pero tenía un secreto y sus itinerarios estaban marcados por ese secreto.

EN UN BOLSILLO OCULTO

«Grababa a diario», subraya Roberto Fernández Alonso, inspector jefe de la sección de Redes de la Policía Nacional. «Cuando iba a trabajar, cuando volvía... A veces salía sólo para ir a la Puerta del Sol o a Atocha, donde siempre hay mucha concentración de gente, y grababa compulsivamente». Filmaba a todas las mujeres que podía. Tuvieran 15 años o 60.

Su modus operandi se aprecia bien en los vídeos que le grabó la Policía: Edinson ve a una mujer con falda, se sitúa tras ella y le acerca su mochila negra, agarrada con una mano, a la altura de los pies. La mochila tiene el bolsillo delantero abierto y dentro, su móvil con el dispositivo de grabación activado. Así empezaba su particular obra de arte.

En tres vídeos a los que ha tenido acceso Crónica se le ve aproximándose con su mochila a una joven de vestido rojo en un vagón del metro de Madrid, situándose detrás de otra chica en unas escaleras mecánicas y filmando en primerísimo plano los glúteos de otra mujer que parece esperar a un amigo mientras saca fotos. A veces también seguía a las mujeres hasta una tienda. En ocasiones también les grababa la cara, para que se viera a quién correspondían las partes íntimas en cuestión. Así hasta 555 mujeres. En sólo cinco días de seguimiento, los agentes identificaron a 29, dos de ellas menores. Los policías que lo seguían le dejaban actuar para obtener pruebas de su delito y después se acercaban a las víctimas para explicarles que habían sido objeto de una grabación ilícita y que podían denunciarlo. Todas se mostraron sorprendidas. Su método parecía infalible.

Y esa ha sido su vida, que se sepa, desde julio de 2018 (de entonces data el primer vídeo que colgó en la web analizada) hasta el 11 de julio de 2019 (cuando lo detuvieron). No sólo grabar, porque después de obtener el material quedaba la segunda parte: editarlo. Con fruición. Con un programa de edición de vídeos que tenía instalado en su portátil, montaba las imágenes a su gusto. Cortaba algunas partes, ponía a cámara lenta lo que más le interesaba, añadía música. Mezclaba en un solo vídeo a unas mujeres con otras. En su casa los agentes localizaron tres discos duros y el ordenador con decenas de gigas de vídeos.

Antes de detenerlo in fraganti grabando a una chica en la estación de Pacífico, la Policía tuvo la sensación de que Edinson se sabía perseguido. Miraba a su alrededor más de lo habitual, cambió de domicilio... Estuvieron a punto de suspender el operativo. Pero no salieron de su asombro, porque aun así el filmador no pudo dejar de filmar. Seguía con su mochila, acechando a mujeres. Día tras día.

Al principio, cuando lo arrestaron, Edinson ofreció un poco de resistencia. Ahora está en la cárcel de forma preventiva. La Policía aún investiga el abundante material que ha encontrado en su casa y que puede dar lugar a nuevas acciones. El gran «depredador», según lo presentó la propia Policía, puede enfrentarse a dos tipos de delito: contra la intimidad (197.2 del Código Penal), por grabar las partes íntimas de otras personas y además difundirlo; y de abuso de menores, porque entre sus víctimas hay menores de edad. Por el primero podrían condenarle a entre uno y cuatro años de prisión; con el segundo la pena podría elevarse a siete.

En el almacén de patatas, la víspera de su arresto, Edinson le confesó a un compañero que algo sospechaba. Aunque no le contó su secreto. Le dijo aquello de que en Canadá le buscaban. También que allí tenía dos hijos. La Policía investiga ahora su pasado tanto en Colombia como en Canadá.

En España, al menos, Edinson66 ya ha dejado huella. Hasta ahora se conocían casos aislados de hombres que habían ocultado cámaras en los vestuarios de El Corte Inglés o en el portarrollos del papel higiénico de un bar. Pero no que dedicaran todo su tiempo libre a la obsesión del upskirting hasta filmar a más de medio millar de mujeres. «Ellas no se daban cuenta», les ha dicho a los policías.

Conforme a los criterios de

The Trust Project
Saber más