Nazis a la moda en Alemania: un nuevo envase para el mismo veneno

Botas militares con punta de acero. Preferiblemente, con cordones blancos. Vaqueros ajustados. Cazadoras tipo bomber, a ser posible, con el forro a cuadros escoceses. Cabeza rapada. Éste ha sido, invariablemente, el "look" de miles de jóvenes neonazis alemanes durante décadas. Su uniforme del odio. La carta de presentación sin palabras de su ideología nacionalista, racista y supremacista. Hasta ahora.

Un creciente grupo de jóvenes de extrema derecha de Alemania reclama, cada vez más alto, una renovación estética. Sostienen que se puede defender la cultura alemana, odiar a judíos y musulmanes y, a la vez, vestir a la moda o comer vegano (una opción alimenticia más ligada a la izquierda). Piden dejar a un lado su delatora vestimenta del pasado y zambullirse sin complejos en la cultura popular. Ser uno más por fuera. Y mantener intacto el fondo político.

"Yo era un skinhead (cabeza rapada) de joven. Como nacionalista, pensaba que me tenía que vestir así. Pero acabé con eso en 2002, 2003, porque me di cuenta de que era una completa estupidez", explica al medio digital Vocativ Patrick Schröder, una de las caras más mediáticas de esta corriente ultraderechista. "Esto es una lucha política, no pretendemos ser una subcultura. Como movimiento deberíamos trabajar de esta forma para encajar mejor en la corriente mayoritaria", añade este bávaro de 30 años que viste siempre de negro y luce un cuidado peinado hipster, a máquina por los laterales, pero largo y cuidadamente peinado en la parte superior.

Schröder, con pocos pelos en la lengua pero astuto con las palabras para no tropezar con la estricta ley alemana, que castiga con dureza la exhibición de simbología nacionalsocialista o el negación del holocausto, es el alma de un canal en el portal de vídeos youtube de neonazis y para neonazis. La emisión, camino de los cien programas y con una audiencia que en ocasiones ha superado las 5.000 visualizaciones, aborda las novedades de los grupos de ultraderecha (prohibiciones, concentraciones, revistas,...), comenta la actualidad -con especial énfasis en la llegada de inmigrantes- y especia las hasta dos horas de grabación en falso directo con ataques ácidos a otras razas y culturas, así como con canciones de bandas neonazis.

El arranque de las emisiones es siempre igual. Estudiadamente provocativo para ofender. Suficientemente ambiguo como para no acabar en los tribunales. Él y, en su caso, su acompañante, aparecen en pantalla y saludan con el brazo erguido, como los nazis en el Tercer Reich, pero cerrando convenientemente la mano en el último momento para formar un puño. Además, Schröder suele aparecer embozado en un pañuelo negro con las letras amarillas "H8", en una referencia que en el mundo ultraderechista se entiende como un "HH" o "¡Heil Hitler!", ya que la "h" es la octava letra del alfabeto.

Cocina vegana para neonazis

Nazis a la moda en Alemania: un nuevo envase para el mismo veneno

Tim y Kevin -ambos seudónimos- son otros dos neonazis de Hannover que destacan dentro de esta nueva ola. Ellos son los presentadores del primer programa de cocina vegana para simpatizantes de la extrema derecha, Balaclava Kücke (Cocina pasamontañas), ya que los dos aparecen siempre con las caras tapadas con este accesorio. La emisión es irregular y terriblemente amateur, pero recibe asimismo miles de visitas en Youtube. Su último programa, colgado hace dos semanas, explicaba como hacer un nutritivo desayuno vegano durante media hora, mientras cargaba contra detractores de su ideología y extranjeros. Todo además sazonado con una docena de "saludos identitarios" con el brazo en alto.

El surgimiento y la creciente repercusión mediática -sobre todo en internet- de esta corriente que algunos han dado en llamar "nipster", cruzando las palabras "nazi" y "hipster", tomó carta de naturaleza a raíz de una imagen obtenida a principios de 2014 por el fotógrafo alemán Jesko Wrede en la que aparecían tres neonazis en una concentración en Magdeburg. Uno de ellos llevaba una poblaba barba siguiendo las últimas tendencias, grandes gafas de sol, gorra de béisbol y una bolsa de tela con el mensaje: "Por favor, no empujes, llevo un yogur en la bolsa". La foto se hizo viral en las redes sociales. Luego la revista estadounidense Rolling Stone trazó una detallada radiografía del movimiento y sus objetivos en un largo reportaje titulado "Heil hipster".

El revuelo ante el aparente éxito -al menos mediático- de este grupúsculo ha desatado un intensa controversia entre los veteranos de la ultraderecha, que reclaman la ortodoxia de las cabezas rapadas y las botas militares en lo estético, así como los ataques violentos y las manifestaciones como vía de expresión política, frente al sutil uso de blogs en el portal Tumblr o la red social Instagram, estratagemas que apenas comprenden.

Pero, más allá de este choque generacional, lo relevante es que esta corriente está sobre todo alertando a estudiosos de grupos radicales y a la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, los servicios secretos alemanes del Interior. El perfil de los jóvenes ultraderechistas se está difuminando peligrosamente y ya no basta con atender a un determinado corte de pelo o escrutar los conciertos de ciertas bandas radicales (de hecho ahora proliferan grupos de hip hop nazi, como Dee Ex; de techno, como DJ Adolf, o incluso, de reggae nazi). Además, algunos observadores han alertado de que los "nipsters" están aprovechando estar nuevas formas no estigmatizadas para hacer más atractivo su mensaje.

Hacer del racismo algo moderno

El experto en la extrema derecha Alexander Häusler, de la Universidad de Düsseldorf, considera que tras esta corriente hay un intento consciente de hacer del racismo algo "moderno y a la moda". Simone Rafael, editora jefe del site Netz Gegen Nazis (La red contra los nazis) asegura que se trata de una estrategia para "llevar la ideología (nacionalsocialista) a otros círculos" y de lograr "puntos de entrada" en la cultura popular como la globalización o la protección de los animales aunque "al final siempre se trata de antisemitismo y nacionalismo", indica esta activista. "Se están volviendo más sutiles y confundiendo a la gente que no son parte de la ultraderecha", explica.

El blog sobre neonazismo "Störungmelder" (Comunicador de problemas) del periódico conservador Die Zeit advierte que esta tendencia indica que la "ultraderecha no es un problema de ayer": "En lugar de resaltar siempre lo espectacular de la extrema derecha, deberíamos prestar atención a la normalidad de la ultraderecha". El autor, que se mantiene en el anonimato por motivos de seguridad, argumenta de seguido: "El anclaje a la moda en distintas subculturas permite despertar interés y buscar potenciales sucesores. Ofertas de umbral bajo facilitan la entrada en la escena (neonazi). Mediante la asunción de activos cotidianos se logran puntos de enganche que posibilitan precisamente esto".

La Oficina Federal para la Protección de la Constitución estimó en su último informe anual -publicado el 30 de junio- que en Alemania residen unos 21.000 ultraderechistas, de los que la mitad tiende a la violencia, una cifra ínfima frente a sus alrededor de 80 millones de ciudadanos, de los que uno de cada cuatro tienen "pasado migrante", esto es, algún antecesor de origen extranjero.

No obstante, la creciente presión migratoria en Alemania -con más de 200.000 peticionarios de asilo llegados en 2014 y la previsión de unos 400.000 para este año- ha convertido el tema de los refugiados e inmigrantes en un debate candente donde se cruzan opiniones de todo tipo. En este contexto se explica el auge del colectivo islamófobo Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente (Pegida), que llegó a convocar a más de 20.000 personas en una de sus concentraciones semanales en Dresden, y las tesis migratorias de Alternativa por Alemania, un partido euroescéptico de nuevo cuño que ha encontrado en la xenofobia un filón político.