Linotórax, la coraza de lino utilizada por los hoplitas en la Antigua Grecia como alternativa al bronce

En general, la gente tiene una percepción un tanto estereotipada de la iconografía de los guerreros de la Antigua Grecia, obviando que las panoplias helénicas variaron mucho desde aquellas pesadas armaduras de placas de bronce micénicas a la ausencia de cualquier protección corporal en siglos tardíos -salvo el casco tipo pilos-. Así, la imagen que más ha calado es la del hoplita clásico, con su casco corintio, sus grebas y su aspis. La coraza que le protegía el torso, eso sí, variaba. Si los espartanos permanecieron fieles siempre a su tradicional coraza de bronce musculada, los atenienses y otros diversificaron la cosa adoptando también un modelo distinto, el que más suele verse en ilustraciones y películas, que tuvo su momento de esplendor en el ejército macedonio de Alejandro Magno. Se llama linotórax.

Como puede deducirse de su nombre, se trataba de una coraza hecha de lino, entre diez y doce capas pegadas entre sí mediante algún adhesivo natural ,ya fuera de origen animal como la queratina de pezuña o vegetal como la resina. Sin embargo, algunos expertos opinan que el sudor o la lluvia degradarían el aglutinante al ser soluble al agua, por lo que haría falta algún elemento extra y apuntan a la posibilidad de que el linotórax fuera en realidad de cuero endurecido. Otros sugieren que las capas no irían pegadas sino superpuestas, formando un acolchado como el de los gambesones medievales (aunque los escitas ya los usaban en el siglo IV a.C.) o el de los escaupiles (ichcahuipilli) de algodón mesoamericanos.

Es difícil saberlo con certeza porque, al tratarse de materiales perecederos, no ha quedado ningún ejemplar y la única pieza similar, encontrada en un enterramiento de Vergina (una pequeña localidad del norte de Grecia que antaño se llamaba Aigai y fue la primera capital de Macedonia; allí se descubrió la tumba de Filipo, el padre de Alejandro), no estaba hecha de lino sino de chapa de hierro con adornos de oro. Ello induce a pensar a los arqueólogos que no era más que una copia de un linotórax fabricado probablemente con fines ceremoniales o religiosos. Aparte, en una tumba micénica apareció un fragmento con varias capas de lino pegadas que podría corresponder a un linotórax, aunque es especulación.

Porque, efectivamente, todo son especulaciones. El linotórax sería un peto que envolvía el torso del usuario por encima de la chitonisko (la túnica interior), sujeto por unas epomidas u hombreras anchas, ajustables por separado gracias a sendos cordones, que se juntaban y elevaban en la nuca, cubriéndola. Una zoma, es decir, una tela de cuero o fieltro, rodeaba la cintura sirviendo de base para una lámina metálica interior de malla. Cada capa mediría en torno a cinco milímetros de grosor, si bien las de dentro eran más bastas. Todo ello reforzado exteriormente mediante un zoster o cinturón con placas de metal. En su parte inferior se remataba con las características pteruges (alas), un faldón a base de dos capas de tiras de lino o cuero, se ignora si remachadas (al estilo del cingulus romano) o formando parte del propio linotórax en una única pieza, que tenía la finalidad de proteger la ingle y los muslos al sobreponerse las capas entre sí.

Todo ello reducía a la mitad el peso de una coraza de bronce, que podía rondar los trece kilos. Cierto que la descrita sería una visión básica, ya que a veces se introducían placas de bronce entre cada capa y en algunas pinturas hasta se ven armaduras compuestas, linotórax recubiertos de placas o escamas, preludiando lo que en Roma sería la lorica squamata, la protección típica de los centuriones y la caballería, especialmente en el período republicano. En otras palabras, la incertidumbre es la norma y todo lo descrito es siempre a partir de reconstrucciones actuales, que ante la falta de información se han realizado en dos versiones: acolchada y laminada (las pruebas, por cierto, demuestran que la segunda ofrecería mayor protección).

Y es que las únicas fuentes disponibles son, como decimos, las representaciones artísticas: decoración pictórica de las piezas cerámicas, estatuas y relieves, mosaicos… Escritas apenas hay y las pocas existentes son meras referencias, sin apenas descripción. La Ilíada de Homero sería la primera de ellas, al describir el equipamiento de Áyax Oileida, el Menor, uno de los que se ocultaron dentro del caballo de Troya (el que encontró y violó a Casandra), del que dice que «su coraza era de sencillo lino»; unas páginas más adelante también adjudica una a Anfio, el hermano de Adresto, hijos ambos del rey adivino Mérope. Asimismo, mencionan el linotórax Heródoto («coselete de lino» lo llama, al referirse en el segundo de sus Nueve libros de la historia a una ofrenda hecha en honor de Atenea), Jenofonte (que asegura que también lo usaban escitas y cálibes) Tito Livio y Estrabón, por citar sólo a los más importantes.

La reseña de Homero implica que ese tipo de protección sería bastante más antigua de lo que parece y se remontaría al período Micénico. Ahora bien, cuando realmente se popularizó fue a partir de la transición entre el Arcaico y el Clásico, a inicios del siglo VI a.C., coincidiendo con las Guerras Médicas, el apogeo de la Liga Ático-Délica. Luego decayó durante la Guerra del Peloponeso porque la demanda de hombres obligaba a reclutar entre las clases humildes, sin recursos para pagarse armaduras, ya fueran de lino o de metal.

Finalmente fue recuperado en el período Helenístico (difundiéndose sobre todo en el siglo IV a.C., después de la batalla de Leuctra), para vivir un segundo momento de esplendor equipando a los hoplitas atenienses tras las reformas militares acometidas por Ifícrates (que, además de revolucionar al ejército tácticamente, supusieron la introducción de otras novedades más como el pelta o escudo ligero, espadas y lanzas de mayor longitud, y las ificrátidas, unas grebas de cuero fáciles de poner y quitar).

El remate y canto del cisne tuvo lugar cuando buena parte de las falanges macedonias de Alejandro Magno lo adoptaron también, cediendo paso finalmente a la cota de mallas en las postrimerías del siglo siguiente (para entonces se había extendido su uso a todo el Mediterráneo). Sabemos que Ifícrates quería aligerar el peso de los peltastas (la infantería ligera), y el lino mejoraba en eso al bronce indudablemente. De hecho, los hipaspistas macedonios (infantería auxiliar) fueron equipados con spolas, un tipo de linotórax más ligero aún (puede que fuera incluso una simple túnica de lino).

En ese sentido, se cree que el éxito que tuvo entre los falangitas macedonios se debió a esa liviandad -muy bienvenida en las larguísimas marchas que debían realizar- y a una mayor frescura para los lugares tórridos que debían atravesar en aquella inacabable campaña que llegó hasta la India, como Anatolia, Egipto, Asia Central u Oriente Pŕoximo y Medio, ya que el lino está compuesto de celulosa y puede absorber hasta un veinte por ciento de humedad, evitando que con el sudor se pegue la ropa al cuerpo.

Hasta no hace mucho se suponía que encima resultaba más barato un linotórax que una armadura de bronce pero actualmente se ha descartado esa creencia porque el trabajo necesario para convertir la fibra vegetal en tela es muy laborioso y, por tanto, sería un producto caro; ya vimos cómo muchos soldados no pudieron permitírselo en el siglo IV a.C. Sin embargo, sus ventajas compensaban el alto coste, pues podía resistir cortes de espada y flechas de punta ancha: éstas podían atravesar la protección pero, si no seguían una trayectoria directa, una vez en el interior se desviaban de una capa a otra, deteniéndose antes de alcanzar la piel.

En cambio, el lino no daba buen resultado para amortiguar los golpes, así que contra armas pesadas era menos eficiente. El hecho de que los persas y sus aliados empleasen espadas, lanzas y hachas ligeras (algunos Inmortales también vestían linotórax) podría ser otra pista de por qué el linotórax tuvo su gran momento en las Guerras Médicas y las conquistas de Alejandro.


Fuentes

La Ilíada (Homero)/Los nueve libros de la historia (Herodoto)/Geografía (Estrabón)/Anábasis. La retirada de los Diez Mil (Jenofonte)/Hoplitas, guerreros de leyenda (Nicholas Sekunda y Adam Hook)/Armas de Grecia y Roma. forjaron la Antigüedad Clásica (Fernando Quesada Sanz)/La guerra en Grecia y Roma (Peter Connolly)/Linothorax (Paul Michael Barduhias en Hollow Lakedaimon)/Why did Greek warriors go to war wearing what today looks like a linen mini-dress? (Public Radio International)/Reconstructing ancient linen body armor. Unraveling the linothorax mystery (Gregory S. Aldrete, Scott Bartell y Alicia Aldrete)/Wikipedia