Néstor Álamo Eterno

Néstor Alejandro era el mayor de siete hermanos, también guienses, pero de cercana procedencia agaetense donde la prolifera familia Álamo tiene desde varios siglos extendidas sus raíces.

La precaria situación de las familias canarias de aquellas primeras décadas de la centuria propiciaba que los isleños marcharan hacia las prometedoras costas americanas en busca del anhelado progreso.Cuba era entonces la tierra prometida para los canarios y a La Habana marchó el adolescente muchacho del Norte para abrirse en las Antillas un esperanzador porvenir. El que sería gran historiador tenía entonces 14 años. Varios parientes se habían establecido en la isla caribeña al socaire del comercio tan en auge en aquel momento, y su tío Nicasio, dedicado a la construcción y hermano de su padre, había casado por poderes con Josefa Alemán. A la recién casada había que acompañarla para que se produjera el reencuentro, y el despabilado sobrino Néstor fue el elegido para que emprendiera con la parienta la arriesgada travesía.

A los 14 años partió a la isla de Cuba, y en ella residió cuatro enriquecedores años que fueron el origen de su destino musical

Cuatro años estuvo Néstor en la isla de Cuba, que fueron enriquecedores y el origen de su destino musical. Pronto se aficionó a participar en las variadas tertulias que de todo tipo se fomentaban en las barberías locales. En una de ellas, su tío le puso a trabajar. Eran los foros donde se hablaba de todo: política, música, arte, cadencias, de santerías criollas, macumbas y ritos ancestrales.

Regreso a Canarias

Aquellos años marcaron al intrépido guiense. Su juventud y ganas de conocer mundo le lanzaron a introducirse en todos los ambientes. Desde mezclarse con las grandes figuras que visitaban Cuba a filtrarse en los ambientes populares y en los bajos fondos habaneros, donde el canario encontraba la verdadera esencia de la isla. En los suburbios del Atlántico Néstor aprendió a no tener miedo y a desarrollar su talento natural. El llamamiento a filas cuando cumplió los 18 fue el detonante que le obligó regresar a Gran Canaria. Llegó con aires nuevos, creativos, mundanos y con un ilusionado afán de renovar la anquilosada sociedad insular.

Una vez finalizado el servicio militar su despierta inteligencia le conduce a ejercer la contabilidad, prestando este servicio en los libros de un comercio de la capital. El recién licenciado tiene aún pocos años y un asombroso talento epistolar. La incursión de Néstor Álamo en la prensa causó admiración por su personalísimo estilo y desenfado. En las columnas de La Voz del Norte, Álamo comienza a publicar sus ensayos históricos. Pronto será el DIARIO DE LAS PALMAS quien se interesa por insertarlos en sus páginas, proyectando al joven Néstor hacia un notable puesto en la vida cultural ciudadana. Agustín Millares Cubas, que es entonces el padre de la Literatura en la Isla, se impresiona por la sagacidad plumífera del muchacho y desde las columnas de los vespertinos le da la alternativa al dedicarle grandes elogios. También dignidades de la catedral de Santa Ana, como el lectoral José Feo Ramos y su compañero capitular, el magistral José Marrero y Marrero, se rinden ante el novel escritor y desde los periódicos también le jalea éste último, incitándole a que deleite al auditorio con su inimitable barroquismo y desparpajo intelectual. De mano clerical el guiense había ingresado en 1927 en El Museo Canario como oficial bibliotecario. Don José Feo le encarga que ordene en debida forma los papeles de la Inquisición, que con tanto empeño comenzará a clasificar, hasta el punto que el ácido que desprenden los viejos legajos le quemaron los ojos, y al agravarse la patología tuvo que ir a la Península, en 1943, a someterse a una difícil operación. Su vista quedará afectada para siempre.

A partir del definitivo regreso del pintor Néstor de la Torre en 1934, en Las Palmas comienza a hervir un contagioso ambiente cultural. Las frecuentes escalas de los buques hacia Sudamérica llevando a bordo a los más celebrados artistas fomentaron las artes escénicas en la ciudad. Alma de estos movimientos artísticos fue sin duda el gran Néstor Martín-Fernández de la Torre, quien reunió en su entorno a todos los intelectuales artistas avecindados en el municipio. Aquellos años fueron propicios para que el pintor fundase laAmigos del Arte, que llevará su propio nombre. A su alrededor revolotean otros jóvenes con las mismas inquietudes: compositores, actrices, escritores, poetas, pintores, músicos y decoradores se imbuían en aquella corriente denominada indigenista. El nivel del grupo es alto y las reuniones son continuas. De aquellos asiduos encuentros saldrán nuevas ideas, numerosos proyectos y avanzados talleres de trabajo. Néstor de la Torre da mucha importancia a la escena teatral y a la industria turística y su talento lo desarrolla en estas dos facetas que beneficiaran a ambas corrientes. Su empeño es potenciar Gran Canaria y situar a Las Palmas entre las grandes capitales europeas.

Fulken y los Amigos del Arte

Néstor Álamo Eterno

A la sociedad Amigos del Arte se agrega el joven hijo de Santa María de Guía. Con el seudónimo Fulken es un colaborador importante en los proyectos del otro Néstor, su homónimo, y junto con él y el grupo intelectual que le rodea se desarrolla su celebrada producción musical. Sus canciones se estrenan en la programación que los Amigos del Arte escenifican en el Teatro Pérez Galdós. Llega un momento, que las estrellas fulgurantes de los eventos del laureado pintor llevan los nombres de su prima la poetisa Josefina de la Torre, del violinista, compositor y arreglista catalán, Agustín Conchs, del zarzuelista Ventura Doreste, del imprescindible pianistas Luis Prieto y del imparable Néstor Álamo, que por entonces se seguía escondiendo bajo las siglas de Fulken.

Y también llega el instante en que el gran Néstor de la Torre proyecta para la Isla la celebración de una gran romería. El incentivo que le empuja es eminentemente turístico y la villa de Teror el marco más apropiado para desarrollarla, máxime cuando la comarca cuenta en sus anales con esta añeja tradición popular. El empeño del pintor es dotarla de un vistoso traje costumbrista y aportarle ingredientes característicos de las Islas. Le entusiasman los camellos y considera que el rumiante dará una nota de color al acontecimiento ferial. Los bocetos para este fin se multiplican. Crea en 1933 el tan discutido atavío canario que es acogido entre entusiasmo y rechazo. Entre sus múltiples recreaciones ensaya la peregrinación de una boda canaria al Palmar de Teror, con todos los aditivos romeros, que quedará plasmada en un atractivo tapiz bordado a punto cruz por su propia madre, que se exhibe en el museo que lleva su nombre

Pero la vestimenta ideada por Néstor de la Torre se verá colapsada por motivos diversos. La contienda nacional del 36, la censura de la represión franquista para cualquier evento artístico realizado por intelectuales tildados de desacreditada ideología y su prematura muerte aparcaron de momento el gran proyecto innovador de la Romería del Pino. El traje canario de marras empezó a popularizarse a partir de 1943.

Como oficial bibliotecario del Museo Canario, Álamo puso todo su empeño en ordenar y clasificar los papeles de la Inquisición

Pero por estas fechas se había producido un paréntesis en la vida de Néstor Álamo. Las consecuencias del alzamiento nacional, las rencillas, los odios, las acusaciones, las represiones y las venganzas hicieron al compositor poner los pies en polvorosa y camuflado en un barco de pesca se refugió en la costa vecina de África. El cronista Martín Moreno le buscó acomodo y protección en los cuarteles militares del Sahara. Un percance castrense dentro de los muros del Ejército le vuelve a incomodar, y para salvar el pellejo, se calza una chilaba con turbante incluido y huye adentrándose en las dunas del desierto, donde permaneció como un nómada cierto tiempo. Como el mal no dura cien años, las aguas volvieron de nuevo a su cause y Néstor, con un préstamo que le hace un comerciante isleño establecido en el vecino continente, regresa a Gran Canaria. Una vez en la Isla, su incondicional amigo, Agustín Manrique de Lara, le ofrece apoyo y su casa de Teror para que se relaje y si quiere resida. Aquel reencuentro coincide con la irrupción de Matías Vega Guerra en la presidencia del Cabildo Insular, que decide, apoyado por su mujer Clarita Rosa, designarle secretario particular.

Aquellos años que siguieron son decisivos para desarrollar el vasto proyecto de Teror. Será en este momento cuando la brillante pluma nestoriana se implica en la villa y le dedica a su comarca y a la Virgen del Pino todo su entusiasmo, sus estudios e investigaciones. Su magnifica creatividad se multiplica prodigiosamente. Saca a relucir los antecedentes terorenses de la mujer de Simón Bolívar, que motivaron que se eligiera el cercadito de la huerta y jardín de la casa de los Romeros para dar presencia a la estirpe de la esposa del Libertador. Crea el escudo del municipio, arregla sus más populares y pegadizas canciones dedicadas a María y escribe sobre la historia de la comarca mariana numerosos sueltos de primera mano. También llega el momento de rehabilitar la romería de antaño, bastante apagada por los recientes acontecimientos bélicos y el lastre de la posguerra. La oportunidad llega de la mano de su jefe y amigo Matías Vega, favoreciéndole al político su privilegiada posición de presidente de la mancomunidad interinsular, que afronta la financiación del proyecto y suscribe el compromiso del patrocinio que las fiestas del Pino mantendrán en lo sucesivo con el Cabildo de la Isla. A Matías Vega se le premia con el nombramiento de Hijo Adoptivo de Teror, mientras que al creativo Néstor se le hace cronista oficial del municipio, concesión que Vega Guerra ampliará denominándolo responsable de la crónica de toda la Isla.

Las consecuencias de la guerra habían vuelto a apagar la añeja tradición. La importancia de la versión de Néstor Álamo en la nueva etapa romera resalta en la revalorización de todos sus aspectos, incorporando el traje típico del homónimo pintor, que le dio un novedoso enriquecimiento estético, el repertorio de sus pegadizas canciones y nuevas pinceladas folclóricas importadas de la romería lagunera de San Isidro, como las carretas tiradas por bestias. Los años 50 habían despertado con nuevos aires innovadores propiciados por el mando económico del Archipiélago de la mano de García Escámez y secundados por la inteligente organización política de Matías Vega. El presidente de la Mancomunidad quiere aprovechar el talento del autor de Sombras del Nublo para que le ayude a materializar el proyecto de la Casa de Colón y se encargue de las salas destinadas a la estatuaria, al mismo tiempo que lo integra en el patronato creado al efecto. Su valiosa aportación museística volverá a ser importante. Compenetrado con el artista y funcionario del Cabildo, el aruquense Santiago Santana Díaz, entre los dos se fraguará el entonces polémico recinto colombino, que hoy es el centro modélico dentro de sus fines de divulgación y exaltación histórica y cultural, que está a punto de cumplir los 70 años de su existencia. Con el establecimiento de la Casa de Colón dirigido por Álamo, el. polifacético Néstor se convierte en el teórico más prominente de la cultura insular. Domina todos los campos del intelecto y no permite que se atrevan a superarle.

En aquellos años de gran apogeo creativo la efervescencia del controvertido e imparable Álamo seguirá estando en el ojo del huracán. Su implicación en la organización y control del patrimonio religioso propiedad de la Diócesis, solicitado a los capitulares de Santa Ana en calidad de préstamo para exhibirlo en la nueva dependencia del museo colombino, la sugerencia a sus instancias de abrir la casa museo Pérez Galdós, y otros acontecimientos de índole personal, incomodaban al obispo. El moralista e intransigente Antonio Pildain no le quería bien. Consideraba que el guiense no debía de estar al frente de aquel recinto tan representativo. Entonces era consejero de cultura, Prudencio de Guzmán González, frecuente contertulio y confidente del prelado. Pildain venía reiterando al representante del Cabildo su intervención para que Álamo fuera separado de la Casa de Colón. Durante años estuvo insistiendo para que el despido se produjera. Matías Vega ya había marchado a Barcelona al Gobierno Civil de la ciudad condal y el fulminante cese lo afronta con desagrado el entrante presidente, Federico Díaz Beltrana, en 1962. A efectos administrativos se presentaba como una jubilación anticipada. Finalmente adquirió la plaza en propiedad Alfonso de Armas Ayala, apodado el Padre de las Casas, que de igual modo será acérrimo enemigo del conservador depuesto, hasta el extremo, que prohibió que el busto de Néstor, que iba a ser instalado dentro de los muros colombinos, se llevara a efecto.

Haciendo balance de su paso por la cultura grancanaria, la labor del arrollador guiense no puede fácilmente olvidarse. Desde sus tareas iniciales ordenando y catalogando los ricos fondos de el Museo Canario, en cuyo logro invirtió 18 años, hasta su colaboración activa en la formación del Grupo de Bibliófilos de El Gabinete Literario. Formó parte del Patronato Provincial de Archivos, Bibliotecas y Museos, y su intervención fue igualmente significativa cuando se instaló en Las Palmas el Archivo Histórico Provincial. Llevó con gran éxito la restauración y apertura de la Casa de Galdós y la instalación en Telde del Museo León y Castillo. A la de su mayor éxito, como es la Casa de Colon, habría que añadir que a su iniciativa y tenacidad se lograron fondos de la colección pictórica del Museo del Pardo, gracias a la decisiva amistad de Matías Vega con el gobernador civil Plácido Álvarez-Buylla.

Comerciante y empresario

Tras el improcedente despido incitado por el prelado, Néstor Álamo decide realizar un largo viaje por tierras de Castilla, Andalucía y Levante. El enriquecedor periplo peninsular coincide con el desmantelamiento de muchas ermitas, conventos y el derribo de viejos e históricos palacios castellanos. Los enseres de estos desaparecidos reductos se ponen en almoneda y el intelectual canario se encuentra en óptimas condiciones para hacerse con un excelente patrimonio de alto valor. Para Gran Canaria se despachan mercancías de todo tipo de objetos preciosos: Imágenes atribuidas a Salzillo, Roldan y Martínez Montañés, pinturas notables, tablas flamencas, lienzos de Flandes, tapices, marfiles, porcelanas, bronces franceses, espejos de Venecia, cristales, platería troquelada española, mexicana e inglesa, muebles y hasta blasones de pesada cantería desmontados de las fachadas de los caserones solariegos. El historiador y musicólogo agregará ahora a su currículo el de mercader, comerciante y empresario. Instala una galería de arte en la calle Peregrina y su saber hacer y fuerte personalidad le permiten vivir profesionalmente con total independencia.

El polifacético intelectual es también uno de los máximos responsables de la creación de la Casa de Colón, que ahora cumple 70 años

Más sosegado, su producción periodística seguirá imparable y sus artículos firmados con las iniciales N.A. continuaron deleitando a los numerosos admiradores de su pluma, siempre mordaz, atrevida y ligera, y sus obras,. aunque en ocasiones les falte el rigor histórico y documental, seguirán siendo importantes en las listas de la historiografía de las Islas.

En los últimos años, su estampa formaba parte del paisaje doméstico del viejo barrio de Vegueta. Su oronda figura, su bastón, sus gruñidos y sus inseparables gafas de gruesa pasta le aupaban entre los personajes más representativos de la ciudad. Don Néstor era único. Defensor a ultranzas del patrimonio de la capital y de su pasión por Gran Canaria, no se cansaba de poner de manifiesto de manera pública sus peculiares teorías. Sus protestas de índole esquiva y sus desenfrenos orales le granjearon detractores a los que gustaba enviar anónimos para aclararles o desdecirles sus puntualizaciones y equivocaciones. A sus años nada le hacía amedrentarse, como cuando se atrevió poner una maleta vacía al obispo Infantes Florido en la puerta del Palacio Episcopal para indicarle que debía de marcharse por ser el “causante” indirecto del robo de las joyas de la Virgen del Pino.

Premio Canarias de Acervo histórico compartido en 1989, cosa que le enfureció de manera terrible, era desde 1954 académico correspondiente de la Real de la Historia e hijo adoptivo de la ciudad. Por mediación de Matías Vega, el gobernador y jefe provincial del Movimiento, José García Hernández, solicitó a Franco para él la encomienda de la Orden del Mérito Civil.