Le Labo, la marca de perfumes epítome de lo ‘cool’

BellezaTras dos años sin novedades, la firma de culto con ADN neoyorquino acaba de presentar una nueva fragancia.

Por Ores Lario

Hace diez años, cuando la industria de las fragancias vivió un boom impulsada por el marketing y apoyada por las campañas publicitarias con los rostros de celebrities, la firma independiente Le Labo lanzó de forma silenciosa su quinta fragancia, completamente ajena al impacto que tendría la naturaleza camaleónica del perfume. Santal 33 se convirtió rápidamente en el epítome de lo cool, una especie de secreto de culto, susurrado a través de ráfagas de sándalo y cedro, solo detectado por aquellos que lo conocían. Este perfume unisex amaderado, cálido y especiado desde que nació en 2011 se convirtió en un éxito instantáneo entre quienes buscaban liberarse de la perfumería comercial yfue calificado de tendencia absoluta por The New York Times. Sophie Turner adora esta fragancia, Joe Jonas también la utiliza, igual que Brad Pitt, Emma Roberts, Justin Bieber y Alexa Chung, quien ha confesado su pasión por este perfume con esencia de sándalo, papiro de Egipto, cuero, cedro de Virginia, cardamomo, violeta, iris y ámbar.

Detrás de esta firma de culto están los neoyorquinos Fabrice Penot y Eddie Roschi, que se conocieron trabajando para una gran multinacional en Francia y quienes, cansados del ritmo frenético del mercado y de las exigencias del marketing, decidieron crear una marca de perfumes “con alma”, en la que se volviera a la perfumería a la antigua, ésa que hace que los aromas trasladen a lugares y experiencias, a través de perfumes que duran, que son de verdad personalizados, únicos y reconocibles. En 2006 abrieron las puertas de su primera tienda en el barrio de Nolita y hoy cuentan con puntos de venta en todo el mundo.

Le Labo, la marca de perfumes epítome de lo ‘cool’

Todo el enfoque de la firma neoyorquina hacia la perfumería parece contrario a cómo vivimos. Le Labo aprovecha la necesidad innata de ralentizar el ritmo y el modelo funciona. El cambio empieza ya en los métodos de producción: desde la recolección manual de los pétalos de las rosas cultivadas en la francesa Grasse hasta la personalización de las botellas de estética minimalista que se exhiben en las tiendas. Rociada en cuerpos, en vestíbulos de hoteles de lujo, como el Gramercy Park Hotel, y en boutiques, los aromas de esta marca son una presencia reconocible (y predecible) tanto en los restaurantes más in de Nueva York como en los pequeños cafés parisinos o los concurridos bares de Londres.

Le Labo es genderless, cruelty-free y tiene una gama permanente de 19 aromas denominados Fine Fragances. También ofrece una colección de cuidado corporal y del cabello, otra de productos de afeitado y barbería y otra de velas y aromas para el hogar.

Cada fragancia de Le Labo es un trampantojo que lleva al consumidor por una montaña rusa olfativa, ya que las notas aromáticas van cambiando a lo largo del día. En su famoso Santal 33, elaborado con sándalo australiano, son las otras 33 notas las que lo hacen especial, por lo que huele diferente y único para cada persona. De manera similar, las 31 notas en Rose 31, una flor que normalmente se dice que es de naturaleza femenina, la marcan como una fragancia muy masculina. “Nuestro arte está profundamente arraigado en la "perfumería lenta". En nuestros laboratorios, cada fragancia se hace de manera artesanal mediante ingredientes frescos, y cada etiqueta se personaliza”, explican desde la firma que tiene un punto de venta propio en la calle Fernando VI, en Madrid. En la tienda se sigue la misma estética que en todos sus establecimientos: toques industriales de Brooklyn, sobriedad y buen gusto francés y una decoración inspirada en la filosofía wabi-sabi japonesa ("la belleza de lo imperfecto"), con muebles y piezas vintage que demuestran que lo usado es, muchas veces, lo más bonito.

Después de más de dos años sin presentar ninguna aroma nuevo (lanzan novedades cuando lo sienten y no cuando el mercado lo exige), acaba de presentar una fragancia. Su nueva creación se llama Thé Matcha 26, y según cuentan sus artífices, “es mucho más que un aroma para nosotros. Se trata de un momento de introspección, un instante de observación que ofrece una sosegada celebración interior de la gracia y la belleza del alma”.