El inesperado piercing de la Reina Letizia y la caída de su joya más valiosa (y maldita): las anécdotas de la Pascua Militar
Tras unas Navidades desaparecidos y con la obsesión de mostrar un perfil bajo que últimamente mueve a los Reyes, seguramente Doña Letizia nunca hubiera querido dar que hablar por la anécdota que protagonizó ayer en un acto tan solemne como la Pascua Militar. Y es que con los Monarcas ya en la tribuna del Patio de Armas del Palacio Real, Don Felipe se dio cuenta de que algo se le había caído a su esposa, se agachó a recogerlo y discretamente se lo entregó a la Reina, que lo ocultó entre sus manos. Llovía sobre mojado, ya que en su viaje oficial a Suecia de noviembre pasado, también se armó otro revuelo cuando en la recepción que ofrecieron a los reyes Carlos Gustavo y Silvia, a Doña Letizia se le abrió el bolso, desparramándose por el suelo todas sus pertenencias.
Pero esta vez la cosa era más seria, ya que ese algo que encontró Don Felipe en el suelo era nada menos que la alhaja más legendaria del joyero real, la llamada perla Peregrina ( en realidad la falsa Peregrina) que forma parte del famoso lote de pasar, herencia de Victoria Eugenia, y que Doña Letizia estrenó en la fiesta Nacional de 2017.
Si ya de por sí es anecdótico que a la Reina se le distraiga una joya, tiene mucho más morbo si se trata de la falsa Peregrina, dada la leyenda maléfica que acompaña a su nombre. La auténtica Peregrina, una pieza única de 55,95 quilates en forma de pera, fue descubierta en el siglo XVI en un archipiélago de Panamá y el mismo nativo que la encontró quedó horrorizado al creer ver en ella la forma de una lágrima, por lo que auguró grandes desgracias a quien la poseyera.
Fue adquirida por Felipe II y curiosamente dos de sus esposas que la lucieron murieron pronto. Con el reinado de José Bonaparte, la Peregrina recaló en Francia y fue después vendida por Napoleón III para financiar su llegada al poder. Después, Alfonso XIII supuestamente la adquirió como regalo de bodas para Victoria Eugenia, que la llevó el día de su enlace, en que a punto estuvo de morir a causa de la bomba lanzada al paso de su carruaje por el anarquista Mateo Morral. La soberana siempre sintió fascinación por su Peregrina, a pesar de la leyenda negra que arrastraba, y de que su misma existencia fue trágica, dada la hemofilia que trasmitió a sus hijos y el rechazó que esto provocó en el rey Alfonso XIII hacia su esposa.
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Sin embargo, según refleja Ramiro Ansorena, firma proveedora de la Casa Real, en el libro El joyero de la Reina de Nieves Herrero, parece que la perla adquirida por el monarca no era la verdadera Peregrina, sino otra similar, ya que la auténtica fue adquirida en subasta por el actor Richard Burton para Liz Taylor. Curiosamente, el citado libro se inicia en 2014, cuando Doña Letizia contempla las joyas de Victoria Eugenia tras la proclamación de de Don Felipe y sus asesores le alertan contra la falsa Peregrina. "Forma parte de las consideradas perlas malditas, Señora", le previene su estilista Eva Fernández.
Curiosa coincidencia también que ayer el tenso momento vivido por Doña Letizia tuviera como protagonista a la alhaja "maldita" en cuestión, ya que de haberse extraviado o si alguien la hubiera sustraído se hubiera montado un buen lío. Supersticiones aparte, al final todo quedó en un susto y la falsa Peregrina sujeta en un broche de brillantes volvió a brillar en el pecho de la Reina sobre su vestido azul de seda salvaje.
Casi tanto como destacó el piercing de brillantes que la esposa de Don Felipe lucía en su oreja izquierda y que ha llamado mucho la atención de los medios, incluidos los extranjeros, como la revista Gala de Francia, donde llaman a Doña Letizia la "reina rock and roll".
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