Viajó al último Mundial, robó una valija con joyas y la enterró en un campo ruso: cayó asaltando un departamento en Caballito

El robo había sido perfecto. Edgar Alejandro Valero Valero (43) fue uno de los cientos de miles de turistas que llegaron a Rusia durante el mundial de 2018. Pero a Edgar, colombiano al igual que a sus compañeros de viaje, no le interesaba el fútbol. Había llegado a Kazán (a 820 kilómetros de Moscú) por lo que ocurriría en el Exhibition Centre Kazanskaya Yarmarka.

Valero y sus socios eran especialistas en robos en convenciones de joyeros. Viajaban por el mundo haciendo lo mismo: se enteraban por internet de los distintos eventos y actuaban. Vivían en Bogotá. Allí también invertían sus botines, que solo robaban en el exterior.

En uno de los días de la convención, le hurtaron una valija a un empleado de seguridad del stand de la joyería Seven Diamonds. Hablando un inglés perfecto, simularon querer ayudarlo. Pero se fueron con la valija. Las joyas estaban valuadas en 2,1 millones de dólares. Fue en julio de 2018. Valero recién fue identificado por la oficina rusa de Interpol en septiembre de ese año. Y se le dictó pedido de captura internacional.

Durante casi un año no tuvieron noticias de su paradero. Conociendo sus costumbres de viajar a robar a Europa, Asia y Estados Unidos, entre tantos otros destinos, su residencia era una incógnita. Hasta que apareció en una Comisaría de la Ciudad de Buenos Aires. Fue el 1 de septiembre de 2019. El mediodía de ese día ingresó a un edificio de José María Moreno al 600, en Caballito. Lo acompañaba un cómplice. Entraron con una llave, sin forzar la cerradura. Y se dirigieron hacia la cochera. Seguramente esperarían unos minutos para decidirse por alguna de las viviendas, para desvalijarlas.

Los colombianos preferían esa hora para entrar a robar los departamentos de la Ciudad de Buenos Aires porque creían que los encargados dormían la siesta o almorzaban. Pero esta vez, el portero los vio por las cámaras de seguridad. Llamó al 911 y los detuvieron.

Se les imputó el delito de "violación de domicilio". Como no contaba con antecedentes en Argentina, la Fiscalía, los imputados y sus defensores acordaron una pena de seis meses en suspenso. Cuarenta y ocho horas después, su cómplice se fue en libertad. Edgar Alejandro Valero Valero, no. El pedido de extradición de Rusia lo dejó detenido. Ingresó a una cárcel federal (Devoto, Marcos Paz o Ezeiza) y se quedó hasta el 8 de marzo de 2021. Ese día lo llevaron hasta el aeropuerto de Ezeiza y fue extraditado a Rusia.

Hasta allí, una expulsión más. La sorpresa se conoció la semana pasada, cuando Valero Valero declaró: dijo que las joyas seguían en Kazán. Señaló un bosque en el que juraba haber enterrado el botín. Utilizando radares, la Policía las encontró: eran 4 bolsas con diamantes y joyas. Todo intacto. El colombiano mismo, esposado y rodeado de agentes carcelarios, señaló el lugar en el que cavaron hasta encontrar las joyas. Se cree que pasará los próximos 10 años en cárceles rusas.

Bajo tierra

Viajó al último Mundial, robó una valija con joyas y la enterró en un campo ruso: cayó asaltando un departamento en Caballito

"Uy papi. Es que esos son países calientes. Uno no puede salirse con lo que se roba. Por eso muchos colombianos entierran sus botines y regresan luego a retirarlo. O envían a otras personas", le cuenta a Clarín un colombiano que robó en Canadá, Argentina, Brasil y Chile.

Algunos de los países "calientes" de los que habla son, además de Rusia, Japón, Malasia, Dubai, Singapur y Estados Unidos. Por lo general, las bandas de "botineros" (como se los llama en la jerga colombianos a los ladrones de valijas de joyas) tienen reducidores internacionales que viajan al sitio donde se encuentren para comprarles lo robado.

El problema es que en ciertos países, como los nombrados, las autoridades están convencidas de que no se trata de ladrones locales. Entonces, refuerzan su seguridad en aeropuertos. Y los reducidores no se animan a viajar con las joyas. Prefieren dejar pasar un tiempo.

La costumbre de los colombianos de viajar a delinquir comenzó a fines de la década del 50. La leyenda dice que todo nació a partir de un ladrón de Bogotá que viajó a Nueva York para escapar de la policía de Colombia. Había cometido un asesinato. Era un experto en el arrebato de relojes en el centro de Bogotá.

Tal vez por eso, una tarde fue a recorrer la zona de joyerías de la Quinta Avenida. Vio un maletín que le gustó, entró a la joyería detrás de su víctima y lo robó. Sin violencia. Sin que nadie lo note. Tomó el maletín y se fue. Lo abrió en el hotel. Encontró decenas de miles de dólares. Llamó a sus compañeros de Bogotá y los invitó a viajar. Su banda fue la primera. Pero con los meses, aparecieron otras. En Colombia, a los ladrones que actúan en el extranjero se los denomina "los internacionales".

Durante décadas, eligieron zonas de joyerías de una buena parte del mundo. Hacían todo tipo de modalidades: además de robar valijas enteras, estaban los que se hacían pasar por clientes y se hurtaban paños o joyas sueltas. Pero los más experimentados apuntaban a las convenciones. Sabían que allá llegarían los mejores joyeros del mundo. Pero a la par, hacían hurtos de celulares y billeteras, salideras bancarias y desvalijaban casas.

Los "Internacionales" comenzaron a llegar a Buenos Aires entre 2007 y 2009. Venían, más que nada, bajo la modalidad "Apartamenteros". Es decir, la versión colombiana del escruchante porteño: entrar a casas y departamentos cuando sus dueños no se encontraban. Luego se volvieron comunes sus detenciones por "fleteo": marcaban a las víctimas en estacionamientos del centro porteño, los seguían y si veían que entraban a bancos, cuevas o financieras, les rompían un vidrio del auto para robarles la mochila o maletín que llevaban.

Por lo general, cada "internacional" es especialista en una modalidad. Pero comete todo tipo de robos.

Según pudo saber Clarín, Valero Valero es del sur de Bogotá. Se crió en un barrio bajo de la zona más pobre de la ciudad. Buena parte de su familia se dedica a lo mismo. Son una de las familias más reconocidas entre "los Internacionales". Los robos les permitieron, entre tantas cosas, mudarse a un barrio mejor, recorrer el mundo e invertir en comercios de distintos rubros.

A Argentina no solo había llegado para escapar de Rusia. Según pudo saber este diario, el 1 de agosto de 2009 se había inscripto en la AFIP. Como actividad principal, declaró "Venta al por menor de artículos textiles n.c.p. excepto prendas de vestir (Incluye la venta al por menor de tapices, alfombras, etc.)". Sacó DNI argentino y número de cuit y cuil. Fijó una dirección en Hipólito Yrigoyen al 1300, de CABA.

Sus actividades comenzaron en noviembre de 2013. Más adelante registró otras dos: "Venta al por menor de artículos de uso doméstico n.c.p. en comercios especializados" y "Venta al por menor de artículos textiles n.c.p. excepto prendas de vestir".

GL

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